miércoles, 23 de enero de 2013

Es como…


Terminar una relación sentimental, irse de un trabajo dejando a todo tu grupo de trabajo en la empresa, con el tenías una excelente relación laboral. Cambiarse de casa, cambiarse de barrio, de ciudad y de región, hasta de clima. Cambiarse de estudiar una carrera profesional a otra… y otra. Dejar de ver a ciertas personas, dejar de vivir ciertos momentos cotidianos, que antes eran de una normalidad insignificante, pero que al desaparecer, desatan las añoranzas de tiempos pasados… esa quizá maldita obsesión del cerebro que le permite recordar, vivir del recuerdo y de momentos que no volverán.

Es como morir. Morir y, renacer luego, de una forma distinta, con deberes distintos, personas que te rodean distintas, entorno hogareño distinto, clima distinto y velocidad distinta… en suma, todo distinto… una y otra vez… (over and over again, como se diría en inglés)

Difícil es despegarse de lugares donde uno se siente a gusto, pero que a la vez, pueden ser dañinos en el largo plazo.

Difícil también es enfriar los afectos creados hacia las personas que alguna vez formaron parte de tu entorno laboral y personal. Cuando se acaba una etapa, no queda más que seguir el camino y avanzar, independiente de lo que se dejó atrás, y la incertidumbre (mayor o menor) que pueda reinar en cierto momento, sólo es parte de la adaptación a un nuevo entorno o escenario.

Puedo decir que “Si, hecho de menos”… Echo de menos tantos lugares y amigos, tantos momentos y aprendizajes, que pasa a ser ya casi una película repetida.